Tippex lanza esta campaña de publicidad en internet para promocionar si producto. Una brillante idea que permite la interactuación con los usuarios/consumidores ofreciendo un viaje al futuro.
Pipipipí,
pipipipí, pipipipí, … Otra vez las 5 de la mañana. Ramiro se despereza tenso y
sudoroso. Ha tenido una pesadilla de nuevo, la misma que le acompaña noche si y
noche no. Las ganas de levantarse de la cama son nulas, pero hoy tiene una
reunión importante y requiere que se afeite y se planche su mejor camisa. Menos
mal que está Marisa.
El gran
ventanal de su cuarto se enciende y sintoniza instantáneamente el canal de
noticias económicas. Una píldora desagradable nada más despertarse, pero
necesaria para hoy deslumbrar a sus jefes. Un café tibio y una barrita energética,
con eso se siente desayunado. El traje impecable, la corbata bien anudada y su
pantalla transparente enrollada debajo del brazo. Listo para irse.
Entra en la
cabina de envíos. Se sienta e inspira profundo. No le ha gustado nunca aquella
extraña sensación que le acompaña tras el envío, le deja mal cuerpo y la cabeza
descolocada.
– RCS1580.
Trabajo –. Pronuncia las mismas palabras cada mañana, pero hoy su cuerpo no desaparece
desintegrándose antes de ser teletransportado, sino que permanece en el
acolchado asiento de envíos. – ¡RCS1580. Trabajo! – repite esta vez irritado y
subiendo la voz. Pero nada ocurre.
– Será la
unidad de destino, seguro –se dice a si mismo.– Oficina. Conecta voz.
La cabina se
ilumina y le transmite el siguiente mensaje.
– Las funciones
de su cabina han sido inutilizadas y desvinculadas de su cuenta de la empresa
CNM por falta de saldo. Gracias por utilizar nuestro servicio.
Ramiro no puede
creer lo que oye, tiene que ser un error. Sale de mala gana de la cabina y va
hacia la cocina.
– ¡Marisa!
¡Conéctame con la oficina!... Esto no puede ser…
– Señor, mis
conexiones han sido inutilizadas.
– ¿Las tuyas
también?
– Si señor.
Conecte en la pantalla la entrada de mensajes de ayer a las 23:59, tiene uno
nuevo.
– ¡Pues
conéctalo! –le grita a la domorobot.
El mensaje era
escueto.
“Sus funciones
en CNM ya no son requeridas. Se le enviarán sus efectos personales al domicilio
que figura en nuestros archivos. No recibirá ninguna indemnización ni
retribución compensatoria (Real Decreto 156/84 de 2030). Sus cuentas han sido
bloqueadas por considerarse su contenido propiedad de la empresa”.
La cara de
Ramiro palideció. La incomprensión le nubló la vista y le cortó la respiración.
Aquello era real. Entonces vio a Marisa tirar la bayeta y dirigirse a la
puerta.
– ¿Dónde vas? –.
Preguntó en un susurro.
– He de
regresar a la base para recibir un nuevo entorno. Usted no puede pagarme –. Abrió
la puerta y se marchó.
Desde aquel momento la vida de Ramiro cambió
radicalmete. Cuando trabajaba para CiberNáuticaMundial pasaba 18 horas al día
delante de sus pantallas, las que él mismo creaba para mejorar este mundo.
Ahora invierte las mismas horas en cultivar lechugas en un pequeño terreno que
heredó de su abuela. Luego se las vede a una fábrica de sándwiches
prefabricados que da de comer a sus antiguos compañeros. No volvió a ver a
Marisa, pero conoció a Raquel, una joven programadora que a sus 32 años sufrió
un infarto por estrés y sustituyó su teclado por las ubres de una vaca. Hoy en
día Ramiro tiene en su nueva casa analógica una pantalla rígida de 42 pulgadas
que sólo enciende para ver los clásicos de cine del siglo XX.
El título de este vídeo está inspirado el el artículo "Ciberprogreso, mito creciente" de Margarita Riviére en el periódico El País el 24/10/2010. En él esta periodista hace referencia a los hombres centauro, mitad hombre, mitad máquinas.
Disfrutar de internet en cualquier parte del mundo. Esto no es real, y tardará en serlo. De igual manera que el desarrollo en infraestructuras y servicios no es igual en todos los países, internet tampoco. Parte de la llamada brecha digital consiste en como el mapa de conexiones a la red no es homogéneo en el mundo.
No deja de llamarme la atención ver esta imagen y recordarme a esas que nos enseñan para ver los niveles hambruna y pobreza en el mundo. Parecen un calco. De nuevo me planteo si al igual que con problemas tan graves como son el hambre y la falta de recursos, si con internet se juega de nuevo una política de desigualdad provocada. Internet conecta, difunde mensajes, está creando una sociedad de cibernautas que encuentran en este medio un lugar donde informarse y cuestionarse, un mundo de redes sociales en el que comparten ideales, dónde lamar a la acción. Aunque estemos ante una sociedad individualista hemos encontrado en la red una nueva manera de relacionarnos, y eso debe ser un lujo.
El debate está servido cuando hablamos de prosumers. ¿Qué ocurre realmente?, ¿sectores profesionales invadidos?, o ¿poco adaptación a los cambios?. Muchas esferas profesionales se han visto engullidas por la aparición de internet, y sobre todo por el uso que hacemos de él. La figura del prosumer, del que consume y produce, ha producido un gran cambio respecto a como nos enfrentamos a la información y a nuestra propia creatividad. La pasividad ante un medio como internet ya no vale, ahora la participación, la creación de contenidos, le evaluación de los mismos es cosa de todas y todos.
En el mundo de la producción audiovisual tenemos un claro ejemplo de como hay una serie de profesionales sobre los que la red ha caído como una mole. Éstos han tenido que replantearse su manera de producir y distribuir. Por otro lado también hemos visto como la red se ha convertido en un gran escaparate para muchos otros, un lugar no sólo para presentar sus trabajos, sino también un medio en el que encontrar las herramientas tecnológicas con las que producirlas. ¿Puede ser malo ésto?
Dispositivos móviles, cámaras digitales, internet... todo está diseñado para que ser tomado y crear. Si la variedad de lo que podemos encontrar en la red es tan amplia es por la sencilla razón de que hay tantos estilos y manera de hacer las cosas como personas. Pero para crear productos de calidad hay que tener en cuenta, sobre todo, que no hace falta sólo una buena cámara, un software e internet; hacen falta muchas horas de trabajo y un poquito de talento.
Meritxell Puertas
